EL CAPITALISMO Y LA TECNOCIENCIA

13.5.06

“Todo vale para generar buenos dividendos”


La ciencia y la técnica se han convertido en fuerzas productivas-destructivas, porque siendo resultado de procesos productivos en los que se pone en juego la capacidad innovadora del conocimiento y participan miles de personas, su aplicación genera destrucción de sociedades, seres humanos y naturaleza. Pero de tal manera se han integrado, que difícilmente se puede hablar de dos entidades separadas y es su penetración en todos los terrenos que ha originado a la tecnociencia, una actividad abiertamente mercantil, integrada a los procesos de valorización del capital y que se desarrolla con la finalidad de alcanzar elevadas tasas de ganancias.

En las últimas décadas, las transformaciones del capitalismo en los países imperialistas, principalmente en los Estados Unidos, han acelerado la modificación del modelo de la ciencia, terminando así con un modelo heroico, cuando la mayor parte de los científicos investigaba por su afán de saber, descubrir la verdad y repercutir de manera positiva con sus nuevos inventos en la humanidad. Esta aceleración ha generado una coalición entre los intereses del Estado con los de las empresas capitalistas, lo que se evidencia en el financiamiento de la investigación, que pese a ser patrocinada por el sector público, genera unos resultados que son apropiados fraudulentamente por el capitalismo privado o directamente este último la patrocina de principio a fin, para controlar desde los temas que se investigan hasta sus resultados. Por su parte, los científicos e investigadores no son más que empleados de las empresas capitalistas. En este sentido, la tan alabada libertad de conocimiento de la ciencia occidental no pasa de ser un eslogan.

La privatización de la ciencia implica que los intereses del mercado prevalecen sobre las necesidades de la sociedad en los temas que se investigan y en los productos que se generan, dando como resultado que sólo se investiga aquello que produce ganancia, porque sería imposible pensar que una gran empresa capitalista invierta en ciencia y tecnología para permitir que los científicos se regocijen con su actividad para satisfacer su sed de conocimiento o para beneficiar a toda la sociedad. Todo esto implica que la ciencia se ha convertido, para usar la terminología neoliberal, en un nuevo nicho de mercado, que ha introducido en su aplicación todos los criterios de rapidez y eficacia típicos del capitalismo: en lugar del tiempo pausado propio del conocimiento, predomina la aceleración esquizofrénica de producir rápido y en serie; y los criterios que determinan la calidad de la investigación científica están dictados por la cantidad de patentes que resulten de su actividad. Lamentablemente, el conocimiento científico se ha convertido en una nueva mercancía en la que domina el valor de cambio sobre el valor de uso y es difícil seguir pensando que los intereses científicos son desinteresados y neutrales.

Yosmaryderausseo25@gmail.com

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