Ante la Crítica

26.9.07

¿Cuál es la finalidad de la organización popular?:

La idea rectora, subyacente en toda dinámica de cambio social, es la de que los llamados a ser los “adelantados” de los mismos sean capaces de generar, con sentido de oportunidad y de pertinencia, adecuados cauces para que tal dinámica se suceda en la dirección deseada por sus proponentes, salvando las resistencias de quienes con igual capacidad y legitimidad pretenden intervenirla para cambiarle el curso.

Es mi opinión la de que hemos llegado a un punto del proceso en el que gente bien comprometida con el Proyecto están adoptando posturas críticas que, en algunos casos, no dudamos en calificar de justificadas en tanto que desestimamos otras por carecer de “atributos críticos” (méritos de quien la ejercita; agente o causante indeterminado; soportes frágiles o endebles; verificabilidad limitada o imposible; exposición tendencial; etc).
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    Actitudes o posturas críticas que son naturales, propias de la condición de seres humanos, cuando sus expectativas se suscitan alrededor de un asunto de importancia y las mismas no se cumplen en la medida de los intereses que ellos expresan como grupos o particulares. En las concernientes al Líder Presidente, siempre tengo presente las palabras del maestro Héctor Vargas Acosta al afirmar que: “a lo largo de nuestra Historia, el único líder que había levantado tantas expectativas como habitantes tiene Venezuela ha sido Chávez; de modo que satisfacerlas a todas es poco menos que imposible”. También es necesario admitir que buena parte del funcionariado del país se ha mostrado no sólo ineficiente, sino que ha estorbado la tarea del gobierno y limitado en ostensible proporción la calidad de los logros de su ejercicio. Así mismo, en no pocos casos lucen insalvables las distancias de “compromiso respecto del Proyecto” entre el funcionario público (agente visible y de contacto con la administración) y los receptores de los efectos de la tarea que le compete (ciudadanos o administrados), lo que se hace tanto más insoportable cuando el funcionario se exhibe como “comprometido” con el Proyecto lo que niega al actuar. Además justo es reconocer la manifestación de cansancio por parte del “voluntariado magnífico” (Voluntariado Pueblo) sobre el que ha descansado el mayor peso de la posibilidad real de concreción de nuestro Proyecto, mayor que el del partido de gobierno y de los que fueron y ¿por qué no decirlo?, mayor al del propio Gobierno; cuestión que no debe alarmar a nadie ni tampoco herir susceptibilidad alguna – ni de órgano ni de sujeto-.

    ¿Una predicción?
    En parte por lo anterior me atrevo a predecir que en el tiempo inmediato las críticas en el seno de “los comprometidos” (reales y supuestos) con la transformación y el cambio han de incrementarse, lo que obliga a la conformación de un marco revolucionario para que las críticas bien intencionadas no se desvirtúen poniéndose, sin querer, al servicio de los opositores; para que no sean adulteradas por los receptores con las manidas formas de la descalificación y del desprecio y para que siendo declarativamente aceptadas no pasen a engrosar las causas del desahucio participativo, por no ser atendidas. Cabe por igual señalar que en tal marco han de tomarse previsiones para impedir que la revancha; los odios mellizales; los resentimientos; las apetencias no satisfechas; etc. pretendan cobrar forma de crítica revolucionaria cuando, por lo contrario, merecen estar en el excretario de la política.

    Con lo expuesto cuanto hago es solicitar la intervención de los adelantados ante un hecho irreversible: "la Crítica, en el seno del Proyecto se hará evidente y será creciente". El problema colateral a su emergencia, a nuestro modo de entender el planteamiento, no es cómo impedirla, ni cómo limitarla, sino, por lo contrario, cómo estimularla para que sea realmente productiva; para que opere constructivamente, por ejemplo, como fundamento para el ejercicio serio y responsable del mandato de la Contraloría Social, con sus fundamentos en los procedimientos de constatación, seguimiento, supervisión y control: La Crítica transformada en configurante del más alto grado de participación protagónica.

    ¿Qué hacer?
    Se me ocurre decir, por tanto, que se hace impostergable abrir la opción de expansión y crecimiento del valor agregado social alcanzado a la fecha por el colectivo que apoya al Proyecto, evidenciado fundamentalmente en un discurso de creciente calidad argumental, para brindarle cauce lógico, natural y congruente con el mismo a la inconformidad que expresan compatriotas quienes resienten de que las bondades de las ejecutorias del gobierno no les han alcanzado, ni como individuos, ni como colectivo; sin que falten quienes impugnan las conductas de algunos funcionarios de gobierno que actuando como “gerentes sociales” del mismo parecieran ser las de enemigos de éste: La Quintacolumna, perezosa e ineficiente , edificándose con el fin último de implosionar el proyecto, atacando sus bases y fundamentos.

    La apertura a la crítica, tanto en su formulación como en su ejercicio, no es solicitud de “graciosa concesión” sino interpretación de la dinámica del proceso que por mandato principial del Proyecto plantea “La Diversidad de la Crítica” en correspondencia con la “Diversidad Asociacional” del Proyecto. Fuentes diversas para la crítica como diversas las organizaciones que son responsables del Proyecto.

    A nuestro entender LA CRÍTICA es el rasgo constitutivo más importante del Proyecto Bolivariano siendo que, además, se ha instrumentalizado a sí misma como “acción revolucionaria única” al momento en que las circunstancias lo han demandado. Crítica que confirma la naturaleza de un Proyecto, el Bolivariano, que expresa un rechazo principial a todo unanismo; que hace lo propio respecto de la obligatoriedad de la militancia en determinada organización para ser reconocido y estimado; a los dogmas por ser castrantes de la doctrina que se fortalece a medida en que somos capaces de interpretar el “fenómeno pueblo”. Crítica que antagoniza al unionismo esclerosado que se dicta por decreto y se ejecuta de acuerdo con un verticalismo decisional. Crítica cuya aceptación, al modo y forma en que la manifiesta el Líder Presidente, se constituye en “hecho de crítica notoria” cuando él, con decisión y sin miedo: 1.- impugna las verdades estrechas y aparejadas con las que se manifiestan viejas reglas de juego en las relaciones internacionales, que permitieron – y facilitan - la inherencia de factores externos en asuntos que sólo nos competen a nosotros; 2.- señala a los enemigos internos que pretenden impedir la satisfacción de las aspiraciones del Proyecto - Pueblo. 3.- demanda de los ejecutores de gobierno, adherentes de nuestro Proyecto, sus mejores cuanto crecientes esfuerzos por lograr la eficiencia y la probidad en sus desempeños. 4.- esclarece que nuestro Proyecto no cuenta con “portadores de misterios”, desde el momento mismo en que es “Proyecto de Luz e Iluminante”. Lo dicho, sólo por patentizar.

    No obstante la más alta crítica que él haya expuesto es la referida a que la miseria abyecta de los pobres (inmensa mayoría) ha de ser transmutada en riqueza de todos por la vía de enseñarles el ejercicio del poder que constitucionalmente deben ejercer, pues le pertenece; las que en sus palabras sintetiza afirmando: “la mejor forma de acabar con la pobreza es dándole poder a los pobres”. Con ellas el Líder Presidente realiza la más acerba crítica a todo una historia de ignominia y de exclusiones que se sucedió por siglos, ininterrumpidamente, hasta su presencia.

    ¿Cuál finalidad es la de la Organización?
    Habida cuenta de lo expuesto afirmamos que la razón teleológica (el o los fines de la misma) de la ORGANIZACIÓN requerida para el logro socialista es LA CRÍTICA. Es decir, nos organizamos para el ejercicio metódico de la Crítica, mediante el cual podremos avanzar en la reconstrucción de los errores. Esto cuanto hace es confirmar la hipótesis de vida que hemos sostenido relativa a que nadie erra, ni se equivoca, al pensar (¿cómo saberlo?), en tanto que lo hace, a menudo, al actuar (¿cómo esconderlo?). No nos interesa cómo piensan y qué piensan las personas en tanto que nos place reconocer lo que hacen, cómo lo hacen y para qué lo hacen. Al adoptar esta vía de comprensión de la conducta humana evadimos el problema de tener que “racionalizar la crítica”, lo que es imprescindible cuando abordamos el problema del pensamiento. Somos, en conclusión, observadores; seguimos el “punto en el que se inicia la tarea” y lo seguimos en sucesión de pasos, procesos, etapas, etc. hasta la concreción del producto. Nos interesa poder abordar la complejidad de la tarea colectiva como la libre expresión de las acciones que se conjugan con miras en un producto colectivo; con lo que el “problema del hacer” es “instrumental y orgánico” en tanto que “no técnico ni científico.”

    Lo anterior hace necesario discernir entre la posición “ideológica de la organización” y “la instrumentalización de la misma”. La ideología, por lo general, se corresponde con la de un proyecto social o político, de adscripción o de adherencia, en la que las tesis concuerdan con “pensamientos elaborados”, con “doctrinas” o “filosofías críticas”. Lo instrumental u operativo se corresponde con “procesos”, con “formas de hacer segmentadas” y “productos-cosas”. Lo ideológico nos convoca a lo argumentativo, a lo controversial; lo instrumental nos exige destrezas y habilidades. Lo argumentativo es contínuo, inacabado; las destrezas y habilidades son discretas, temporales y evaluables.

    La ideología trasciende la organización elaborando y trazando planos conceptuales no siempre trasladables ni extrapolables con precisión mecánica desde el marco (ideologías partidarias, políticas de estado, expresiones administrativas macro, etc.) hacia los contenidos (partidos, fundaciones, asociaciones, cooperativas, etc.). Opinamos que “Ideologizar la Organización” es abrir las exclusas de los grandes errores, dado que no resulta fácil hacer corresponder la idea que tenemos del instrumento con el instrumento.

    La instrumentalización permite, simplemente, “construir la organización”, conformar la interacción de los integrantes, condicionar los modos en que las mismas han de darse y fijar los cursos de mayor eficiencia para el desempeño colectivo. En cualquier caso para obviar la posibilidad de que se piense que la “instrumentalización de lo ideológico” contraviene o se deslinda de la “ideología” diremos que: “instrumentalizar la ideología es transformar la palabra en conducta y ésta en hacer” . Ahora bien: ¿por qué proceder de esta manera? ¿Por qué no asumir unos buenos textos y discutir sus contenidos? Porque sostenemos la opinión de que hoy el Proyecto Bolivariano, urgido por las tensiones que se suscitan en el proceso, requiere de respuestas concretas a demandas sociales que tienden a expandirse con celeridad y que se avizoran, en grados diversos, como susceptible de expresarse por la vía de las protestas. Siendo éstas, en nuestra opinión, consecuencias del “autismo institucional” (insensibilidad de las instituciones y de los dirigentes ante las demandas de los sujetos sociales: organizaciones y seres) pudieran derivar en: 1.- acciones lesivas al Proyecto (lucha entre pares; desagregación funcional de la base revolucionaria, descalificaciones entre personas, grupos e instituciones con responsabilidad en la consolidación del Proyecto, radicalización reaccionaria de la hipótesis revolucionaria, etc); 2.- cooptación de la protesta social sin definición de la dirección adecuada a la pervivencia y estímulo de la razón revolucionaria; 3.- marginalización de la representación popular por ausencia de una crítica articuladora.

    La crítica, tal cual se desprende del contexto en el que la hemos situado, no es “simple palabra” para reconvenir, para reconocer, para enmendar o para validar. Por lo contrario es, fundamentalmente y radicalmente, acción, aplicación. En la acción nos evaluamos. Sostenemos que el ejercicio verbal de la crítica, el discurso crítico lo es para las ideas, para los conceptos. La “ORGANIZACIÓN” es un hecho y, por tanto, sólo soporta su “propio y particular discurso crítico”. La crítica de la organización es sobre los hechos. De esta forma terminamos por aceptar que: “la conducta, asumida como lo que mejor hacemos, es la mejor palabra”. De modo que, a quienes nos dicen: “Hay que hacer esto y aquello” o pontifican: “Lo hecho no guarda correspondencia con lo que debió hacerse” o lo que es mucho menos directo: “Debemos corregir los elementos de lo hecho que presenten deficiencias”, etc. los oímos pero no les creemos. Creemos en quien nos dice: “Esto, para que sea mejor ha de ser hecho de esta forma y lo hace, nos lo enseña”; o bien: “para que esto sea compatible con lo hecho debe hacerlo de este modo y lo hace” y si de corregir se trata, “simplemente actúa y supera la deficiencia, corrige el error” , y de allí en lo adelante.

    Derívase de lo anteriormente dicho nuestra convicción de que “todo producto del hacer lo es como consecuencia de lo que pensamos acerca de él”. Un hombre produce cosas en correspondencia con las ideas que sostiene, con la ética con la que procede, con los compromisos que haya adoptado. ¡Salvo que sea falso o traidor!

    ¿Basta con lo precedentemente escrito?
    No se nos escapa (¡no podemos permitírnoslo!) preguntarnos si basta con LA CRÍTICA para tener resuelto el problema (¡si es que hay uno solo!) de la organización. Admitimos que no. La experiencia de vida nos dice que “pensar sin concretar” tiene su equivalente en “hacer para fracasar”. Si no hay disposición para cambiar el pensamiento en acción y el fracaso en estímulo, para no cejar en la intención creadora, estaremos cayendo indefectiblemente en la resignación (postura contraria a toda intención de conversión revolucionaria) o, lo que es peor, en la satisfacción del “pensamiento válido” que no es otra cosa que la formalización de la traición a los principios del hacer por y para la transformación positiva; desde el mismo momento en que se tiene por válido sólo al pensamiento de las élites de los dominadores.

    No podemos negar (entraríamos en contradicciones fundantes) que la vía del pensamiento es, sin dudas, formas de soporte de la acción. Sólo por “pensar” somos capaces de reconocer e interpretar las asimetrías constitucionales presentes en la conformación de los derechos y en su correspondencia para con los deberes. Que la depuración de tales dicotomías son expresiones puntuales de las realmente nodales, por ejemplo, la que se suscita entre Vida y Libertad, la que, en buena medida, nos hace evidentes, cuanto inevadibles, las contradicciones de las racionalidades con las que se nos llama a los “alineamientos societales”: la racionalidad del Sistema impuesto o por imponerse; las racionalidades de los otros: la de los que van al gobierno siendo corruptos y las que lo ejercen con probada vocación social; la de los ricos (diversa y eficiente) y la de los pobres (¿es que acaso existe?). Ambas traducen una “cierta lógica”, una, la de la riqueza (¿constructora del malabarismo conceptual de ser, con simultaneidad, respetable y expoliadora? y la de la miseria mezquina y siempre claudicante; etc, etc. hasta la de la legalidad y la legitimidad que ubico en el tope de la infamia civilista cuando es arbitrada como forma de poder de los que lo han usufructuado a lo largo de la historia.

    En esa perspectiva (o al menos en una porción de ella) es bueno ubicarnos para respondernos ¿Cuál es el producto social de la organización de base...... social?. Si la damos en atención a las precedentes racionalidades y sus lógicas tendremos, por una parte: la Opulencia, el Hedonismo, la Prodigalidad con lo que no es propio; el abuso en todas sus manifestaciones; la expoliación y la explotación como sus cimeras expresiones: De otra, tendremos las grandes negaciones: la insensibilidad, la hipocresía social; el desahucio, el partidarismo; la claudicación y la esclavitud.

    Sin hablar de las formas que adopta la sociedad derivada de ellas: socialmente estratificada, clasista, ghettizada, exclusoria, etc. y deja la claraboya por la que se transita hacia una nueva sociedad: moderna, inclusoria, real y profundamente democrática.

    No obstante pudiera considerarse en el tiempo de lo irreal que todo lo anterior coexiste desde el inicio de la historia (la cual, recordamos, es sólo Humana) colocándonos ante una posibilidad: “el unicismo temporal” de la conducta humana con lo que, a despecho de quienes opinen lo contrario, el hombre (asumido en su totalidad de especie ) “nunca ha entendido de aciertos y de errores” por lo que en la progresividad de su desarrollo social ¿? ha sostenido lo bueno y lo malo de su condición de SER determinando, aún hoy, la coexistencia de la libertad y la tiranía; de la sensibilidad y la indolencia; de la democracia y despotismo, etc. etc. dejando la “posibilidad de perfectibilidad y de trascendencia” al solitario sujeto de la especie; al hombre y a la mujer, cada uno con su respectivo espejo.

    De modo que llegamos a la crítica con fundamento en el hacer pero, sin dejar de pensar. Ver el impedimento crucial de la “vida sin sentido” el que insurge de tener que vivirla sin libertad; reconocer la libertad como una oferta de condiciones para ejecutarla (en la visión del hacer) de mejor manera, porque de tanto ser propuesta la hemos aprendido a reconocerla en sentido social inverso a su ocurrencia histórica, así tenemos: lucha por mejores condiciones en el trabajo: asalariado; explotado; libre de maltratos pero sumiso; etc, etc, y así hasta esclavo de galera y bestia de carga. Hoy estamos en un ¿y ahora qué? Acaso podremos pensar en “ocio fecundo”; trabajo digno; soledad benéfica; actividad productiva; inserción igualitaria de todos a la riqueza colectiva o por lo contrario en maquila de pueblos para esconder sus rostros miserables cubiertos y recubiertos de maquillajes. ¡Grande, inmenso, el Pueblo que se rebele y no acepte nunca más ni siquiera una mota de nuevo maquillaje sobre su rostro!

    No cabe la posibilidad de la contradicción en nuestros planteamientos acerca de la CRÍTICA como principio y fin de la organización popular. Una organización de base que no satisfaga necesidades colectivas se niega a sí misma; si las satisface es porque “hace por lograrlo”; si lo hace acciona en dirección a lo social en sus vertientes (íntimas y externas) y en tanto más satisfaga las necesidades materiales inmediatas de los colectivos a los que se debe, sus integrantes han de exponer creciente conciencia ética y espontaneidad espiritual. La ORGANIZACIÓN es producto humano. Lo que sean los humanos dentro de ella, así será la ORGANIZACIÓN.

    Los nudos críticos de la Organización

    Estimo que el “nudo crítico esencial”, aquél del cual parten los restantes, se identifica con “el modelo organizacional” que se nos impuso por vía del sistema político – económico, modelo que resultó diligente para escamotearnos el conocimiento de nuestra propia realidad. El que en definitiva condicionó el curso de la organización que se nos impuso. Nos enajenaron el “conocimiento del hacer” y nos impusieron “el conocimiento de las ideas”. Y “no es que podamos dejar de pensar” cuando “hacemos”. Lo que enfatizamos es que discutir, discernir, juzgar, apreciar, etc. es decir: pensar, tan sólo constituye una fase del hacer; pudiera, incluso, en algunos casos hasta ser la primera; lo que no podemos es admitir que por pensar lo que ha de hacerse terminemos por postergarlo o dejar de hacer lo que debe ser hecho.

    Entonces el “nudo crítico de mayor peso en la organización” no es otro que “la discusión entre la práctica de la transformación y el cambio y la doctrina que la explica”. Queremos solventarlo separándolas al momento de instrumentalizar “la unidad de la organización” como expresión de praxis y teoría, diciendo y admitiendo que “la organización se realiza en el hacer en tanto que la doctrina y/o teoría en quienes la componen”.

    Es por lo anterior que declaramos que lo que nos hace falta es deslastrarnos del modo de pensar la organización que nos fuera impuesto. En nuestro caso, nos hemos tomado tiempo procurando inocularnos de capacidad para resistir la incidencia del viejo modelo organizacional. No obstante nos preocupa reconocer cómo se ha impuesto en la generalidad de las constituidas y en muchas de las que se están constituyendo. Reconocemos perniciosos calcos que reproducen la “organización indeseable”; la de hombres y mujeres de la cuarta república. La organización propensa a la “tutela del poder establecido” choca con la intención libérrima de “aquellas que subsisten en la contradicción con aquél”; no porque la tutela del poder revolucionario sea malo o indeseable, ¡no!, sino porque aprecian que el poder revolucionario se está reconstruyendo en el marco del anterior imaginario político; para quien guarde dudas ha de bastar con ¡nvitarlo a revisar las conductas adoptadas por los más conspicuos órganos de poder revolucionario: los hasta ayer llamados partidos de la revolución.

    Ello se ha mostrado como obstáculo insalvable – al menos por ahora – para la conformación de la red de base social. El componente del protagonismo liliputiense hace estragos en las competencias articulatorias de las organizaciones de base. Hemos visto como la desagregación, en principio, y la anulación, al final, se han impuesto a las mejores intenciones unitarias. El resultado ha sido lamentable. Elementos fundamentales de la articulación: “El Conversatorio” y “El Vocerío Nacional”, no se han constituido. Aún no reconocemos el nuevo imaginario político. Para lograrlo consideramos indispensable estimular: la “opinión de base”, la “reflexión crítica” y el “ejercicio de la crítica” en la dirección de la conformación de la nueva institucionalidad, indispensable ante la realidad de una sociedad desagregada y, finalmente, desagregadora de la inteligencia social constitutiva, así como desintegradora de la consistencia esencial de su estructura social discriminadora, finalmente, constructora de una inimaginable exclusión que se reporta en una masa que, gracias al discurso Chávez, se moviliza, sin terminar de alcanzar formulación doctrinaria y mucho menos capacidad y competencia deliberativa para construir y direccionar su propio destino. ¡Allí persiste un riesgo latente, no ponderable! La erosividad de una democracia como la practicada la reconocemos como gravosa en una dimensión no describible en términos de certeza. Al mismo tiempo el “discurso Chávez” es la más relevante evidencia de las búsquedas de un apoyo doctrinario que, a modo de descriptor invariable, ubique, definitivamente, la naturaleza del Proyecto. Lo último planteado, el Socialismo del Siglo XXI, parece más una propuesta para una búsqueda antes que una nueva posibilidad para lo permanente.

    La organización social que se piense, que se estructure y que accione su realización asociativa tiene que enhebrarse a la “concepción grande” –marco – del Proyecto: a.- Un Estado, como primer actor del Proceso y baluarte irreductible del Proyecto; con indudable gravitación en los procesos económicos; garante de las soberanías sobre las cuales edificar la realidad social emergente; antagonista de las fuerzas despóticas del mercado y equilibrante entre demandas sociales y formas de satisfacción. b.- Un Líder, al cual en no pocas oportunidades reconocemos en distintos niveles de soledad; que nos convoca por vía de una conducta que se muestra irreductible ante los vicios seculares que han limitado a la Patria Buena, en el que, con obstinada fe, seguimos depositando la esperanza. c.- Una pesante realidad opositora que se genera por trasvase de intereses extranjeros, que encuentra ejecutores internos en no pocos apátridas, que no cejará en cuanto a dejar de ser una “amenaza real” para la vida del Proyecto y ante la cual toda organización del Proyecto ha de conformar la respectiva resistencia. d.- Una convicción totalizante: no hay futuro progresista en ausencia de un mundo multipolar, en el que sea posible el respeto de las pequeñas hegemonías. e.- Un Vocerío que construya los necesarios Conversatorios desde los cuales transversalizar el discurso del Nuevo Poder: El Poder de Base o Poder Popular. Discurso integrador e instrumentalizador de la acción reivindicativa de los destinos de los pueblos de parte de los propios pueblos.

    A pesar de lo señalado, más allá de toda adversidad cierta o virtual, subyace “un potencial de organización de red” que ha de emerger – no sabemos cuándo- reconocido –humanamente- como invalorable convicción de transformación y cambio.
    Siendo que damos por probado que la Crítica es congruente con las finalidades del Proyecto en sus aspectos básicos y que ha de estar dirigida a lograr la eficiencia de toda ejecutoria que dentro del proceso le corresponda a los comprometidos, entonces nos toca decir BIENVENIDA SEA LA CRÍTICA REVOLUCIONARIA AL SENO DEL PROYECTO. ¡APRENDAMOS A EJERCERLA!

    José Angel Arenas
    terragraciano@yahoo.com
    lanuevavecindad@gmail.com


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1 comentario:

luis dijo...

Disculpame por no leerlo completo, otro dia lo hago, y quizas encuentre otras cosas. pero me preocupa este tipo de expresiones "señala a los enemigos internos que pretenden impedir la satisfacción de las aspiraciones del Proyecto - Pueblo.
¿entonces aquello que por X ircunstancias nos oponemos somos los enemigos?
pero ¿ellos o nosotros no pertenecemos al mismo pueblo?
¿que quiere decir cuando habla del pueblo? ¿solo es pueblo quien apoye a chavez? ¿que quiere decir con critica verivicable?
si chavez dice que el sol es amarillo, y yo lo contradigo diciendo que es rojo ?¿como se puede verificar eso cientificamente? Tenemos que diferenciar cual es la longitud de onda que el ojo de el y la longitud de onda que mi ojo puede captar para saber quien esta en lo cierto ¿es posible "verificar" eso?
La mayoria tambien se equivoca muy frecuentemente, el caso de la teoria de la evolucion es un ejemplo, pero puedo dar cientos sin consultar fuentes. Si tomamos como cierta que el "pueblo!" es la mayoria (ya que aun no se cual es su definicion de pueblo infiero que puede ser esa) ¿tenemos que denunciar a la teoria de la evolucion como contrarevolucionaria debido a que el "pueblo" no cree en ella? ¿esa teoria, por consiguiente es falsa?
con cuales instrumento alguien del "pueblo puede verificar esa teoria para saber su grado de flasificacion, como lo decia Popper?
pero tood eso es menos importante. La clave aqui es ¿tengo que considerarte como enemigo ya que estoy en contra de chavez y sea lo que sea el Proyecto?
Ya el lo dijo muy claro, "identificar el enemigo interno" ¿eso no nos lleva a una sociedad de delatados y delatores?
¿eso es lo que significa el proyecto?
tengo muchas mas preguntas, pero por ahora, ya que no lo he leido completo lo dejo hasta aqui.

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